Amanecí en El Eden, un alejado centro de retiro y aguas termales escondido en la sierra Peruana, entre la nada y las montañas y rodeado de naturaleza y magia.
Pero pudo no haber pasado; el 29 de enero pudimos haber muerto por un casi-accidente automovilístico. Ese día el alma se me puso blanca hasta tocarse con el tuétano, la respiración se sintió fría y temporalmente congelada.
Sí. Pero luego pasa. Todo pasa.
Que estuviste a punto de morir, que si sí existen las realidades alternativas muy seguramente en al menos 935 de ellas ya no estás y solo en una, que es esta en la que (crees) te encuentras un milagro te cobijó y estás bien.
Me lleva a pensar en la impermanencia: ni nada es para siempre ni tenemos nada seguro (por más que lo queramos adornar).
¿Por qué no abrir los ojos y disfrutar?
Si nos abrimos a la maravilla de sorprendernos las cosas más simples nos embrujaran de gozo el corazón. Las personas que menos esperamos que nos podrían enseñar son de las que más aprendemos. Así fue este mes. De caminar, soltar, disfrutar, sonreír. De compartir, entregar y amar. De aprender de quienes menos esperas.
Realicé todo este viaje inspirando mi actuar en la economía de la generosidad. Sin pensar ni calcular en ganar desde la reciprocidad mutua o la transaccionalidad, sin contar si estoy recibiendo más de lo que doy, sin dudar. Simplemente dando lo que me nacía dar, cuando me nacía dar. Lavando los platos simplemente por el placer de lavarlos. Probando el no trabajar, el no hacer nada y descubriendo que al no hacer nada logro más. Buscando aprender y hacer lo que nace del corazón. Y recibí los regalos más grandes y me llene de las riquezas más profundas. Me tocaron a la puerta las mayores fortunas y fui y navegué, sembrando en el terreno de la calma y la confianza y recogiendo sus frutos como evidencia empírica.
Me resuena la idea de hacer un proyecto donde se integren niños con adultos para apoyar los procesos de aprendizaje y convivencia. Que demuestre que somos uno y que podemos crear formas nuevas de relacionarnos, conectar, evolucionar y sanar.
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